La boda de E&D era una boda muy especial. La celebrarían en una finca que un amigo suyo les había prestado. Nadie daba un duro porque en ese sitio pudiese quedar algo vistoso, pero Elena es una de esas novias que dices: ¡si es que esta chica lo mismo te arregla un roto que un descosido!
Cuando tenemos novios que saben hacer las cosas tan bien, nuestro reto se triplica. Querían una boda campestre. El entorno era totalmente rural. Se casarían en mitad de un campo lleno de encinas y en una tarde de verano. Ella iría vestida de novia pero con alpagartas, él de chaqueta, pajarita y con pantalones de sport.
Comenzamos pensando en materiales que transportasen nuestra mente a ese ambiente rural, campechano y a la sensación de pasear por el campo en una tarde de verano. Pensamos en telas de saco, papeles marrones y tintas blancas. ¿Y el toque más rural? el «Diente de León», una flor campestre, símbolo de la sencillez, que la gente utiliza para pedir deseos.
El Diente de León estaría «plantado en un campo», el de la tela de saco. Para cerrar la invitación se diseñó un logotipo con el nombre de los novios. Otra de las premisas que puso la pareja era que no querían que se viese muy descarado el número de cuenta, así que utilizamos la misma tarjeta del logotipo por el reverso para ponerlo de una forma sutil. Cuando los invitados destapasen el tarjetón, aparecería toda la información necesaria para acudir a la boda.
Junto con la invitación se entregaría un plano personalizado de la localización de la finca y el servicio de autobuses. Diseñaríamos unos iconos únicos que fuesen acorde con toda la identidad de su boda.